miércoles, 30 de septiembre de 2015

Famílium. Diversidad Familiar

Hace unos meses cayó en mis manos, sin venir a cuento, un bonito libro-juego sobre diversidad familiar: Familium.  Sus ilustraciones me llamaron y no pude resistirme a quedármelo e indagar en él.

Es un bonito cuento que narra distintas historias de niñ@s con diversas situaciones familiares, y el juego consiste en identificar la ilustración que corresponde a cada texto.

Modelos familiares válidos que deberíamos considerar como tal, pero que a menudo se escapan a la convención social del significado de "familia".
Es muy común la imagen mental de "familia" como: un padre, una madre y un@s cuant@s hij@s. Aceptamos esto como norma, como lo valido y, hoy en día, también sus derivados (padres y madres separados, monoparentales por viudedad y, si nos descuidamos, aceptamos hasta a las madres solteras y las adopciones en parejas heterosexuales). Sin embargo, aún se discrimina en diversos ámbitos a las parejas homosexuales, con o sin hijos, y a otras construcciones familiares que no siguen un patrón común, por ejemplo, más de dos adultos con hij@s, que comparten una vida juntos o dos personas que comparten su vida sin hij@s: esto también son familias.

El material me encantó. Con él se puede trabajar la comprensión lectora, dado que tras la lectura de cada fragmento hay que identificar el mismo con una de las ilustraciones (magníficas, por cierto), y a la vez, cada fragmento cuenta una realidad familiar diferente de manera que sensibiliza y aporta consciencia sobre la existencia de la diversidad de modelos familiares.

Pero... reflexionando, me planteo si es necesario material didáctico en forma de cuento, de juego o similar, para lograr una aceptación e inclusión de la diversidad familiar, o si esa aceptación y respeto simplemente está en la medida en que los adultos vivamos dicha diversidad como natural y el niño o niña viva experiencias que le aporten riqueza en este aspecto.

En la medida en que se le permita al niño o a la niña entrar en contacto con la realidad y diversidad, no solo familiar, sino en cualquier aspecto, sus valores se verán influenciados de manera positiva y desarrollará apertura y respeto hacia la diversidad. Hacen falta más ejemplos y menos instrucciones ¿no?

domingo, 20 de septiembre de 2015

¿Hacemos plastilina?

Este verano descubrí una actividad que me  fascinó. Por su originalidad, por sus múltiples posibilidades, por sus características, por todo el proceso que implica. 
Este verano aprendí a hacer plastilina casera, una maravillosa pasta, muy suave y mucho más sensitiva que la que podemos adquirir en las tiendas.

Tocar, experimentar, sentir
¿Qué necesitamos?
Maizena (Harina de Maíz)
Crema suavizante (de la del pelo)
Colorante alimentario líquido

¿Cómo se hace?
Para un paquete entero de maizena (400gr), unos 250ml de crema suavizante, lo mezclamos bien hasta conseguir una textura homogénea, suave, que no se agriete y que tampoco sea pringosa. Si resulta demasiado dura o se agrieta deberemos echarle más crema suavizante, si por el contrario resulta pringosa necesitaremos más maizena.

En mi opinión, lo más divertido es que los niños y niñas que vayan a jugar con la plastilina participen también en su elaboración, se pringuen las manitas y puedan sentir las diferentes texturas por las que pasa la mezcla antes de convertirse en la ansiada plastilina. 

Podemos teñirla de diversos colores. Con colorante alimentario de los tres colores básicos, se pueden hacer mezclas y adquirir todo los colores que queramos. Esta también es una fase muy rica, ya que implica trabajar los colores básicos, sus mezclas y resultados, así los niños y niñas experimentan no solo con la textura (y el aroma), sino con el color y sus posibles combinaciones.

Mi recomendación a la hora de teñirla es la siguiente: Hacemos una bola con la plastelina que queremos teñir de un color concreto, en el centro de la bola, con el dedo pulgar, le hacemos un hueco y es ahí donde introducimos el color (o colores, si se trata de una mezcla). Cerramos el hueco y amasamos. Veremos que en un primer momento aparecen vetas de color, pero si seguimos amasando el color se irá homogeneizando ¡veréis que bonito!
Jugar, crear

Una vez tenemos la plastilina hecha y sus distintos colores conseguidos, es el momento de jugar con ella, moldear, crear maravillosas obras o, simplemente, tocar, oler y experimentar.
Y cuando acabemos, podemos conservarla en la nevera. En caso de que se endurezca, le podemos añadir un poquito de crema suavizante y lista para volver a experimentar y moldear.

Si queremos incrementar la parte más sensitiva del material, podemos jugar combinando los colores con los olores (esto es, usar cremas suavizantes de diversos aromas y relacionarlos con colores). Esto puede ser realmente interesante si trabajamos con personas con diversidad sensorial de cualquier tipo.

*Recomendación:
Entre fase y fase es recomendable lavarse las manos, es decir, al acabar el amasado previo al colorante, conviene quitarse los restos de harina y suavizante que se queden pegados a los dedos, para que la masa sea suave y no aparezcan grumos.
Después, al teñir los diferentes trozos, conviene lavarse entre color y color para que no se mezclen colores si no lo deseamos.

Espero que lo disfrutéis!!