Entre lucha y aprendizajes, buscándome a mí misma y buscando mi lugar, encontré un compañero de viaje, y tal hecho supuso mi encuentro con un tipo de texto con el que me sentía fuertemente identificada, que me permitía expresarme desde un espacio muy propio, que me resultaba excitante y prometedor; me encontraba en el mundo de los cuentos. El cuento con intención concienciadora, con intención educativa, el cuento para niños ¡y para no tan niños! Los cuentos me hicieron volar, suponían magníficos viajes creativos, a la vez que constituían una herramienta de tipo didáctico que daba respuesta a mis motivaciones profesionales.
Todo empezó por un cuento de “buenas noches”, por una historia improvisada, y supuso el inicio de lo que hoy es uno de mis mayores propósitos, personal y profesionalmente. Lo que nació como una llamada al sueño, vivió durante días sobre una servilleta de papel y maduró en un proceso de reflexión ecológica, hoy es mi primer cuento acabado y el que pronto, espero, saldrá a la luz; y es que él es eso, algo gris que irá cogiendo color; es que yo soy eso, alguien ínfimo en la inmensidad, que busca el brillo de quién sabe qué lugar.
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